
Gracias por la lluvia.
Porque aunque la ciudad se inundó un poco, el mundo se extiende más allá de la ciudad. Los campos sedientos han de darle la bienvenida. Y los brotes y los ríos, y el manantial purificador, y mis ojos, también agradecen viendo como el azul salpicado de verde, y el sereno pavimento reflejándose, se vuelve en este instante cortina líquida. Redondo paisaje mirándome desde el espejo de mi bicicleta.
(Fragmento de Paisajes, Stella M. Gallero © 2010)